En “La ciudad invisible”, del escritor italiano Calvino, aparece esta frase: “La ciudad es como un sueño, todo lo que se puede imaginar se puede soñar…”.
Como una de las mayores creaciones culturales de la humanidad, la ciudad encarna la aspiración humana a una vida mejor. Durante milenios, desde Platón hasta Moro, los seres humanos siempre han deseado construir una utopía. Así pues, en cierto modo, la construcción de nuevas ciudades inteligentes es lo más cercano a la materialización de las fantasías humanas por una vida mejor.
En los últimos años, bajo el rápido desarrollo de la nueva ola de infraestructuras de China y la nueva generación de tecnologías de la información, como el Internet de las Cosas, la construcción de ciudades inteligentes está en pleno apogeo, y la ciudad soñada que puede sentir y pensar, evolucionar y tener temperatura se está convirtiendo gradualmente en una realidad.
El segundo proyecto más grande en el campo del IoT: Ciudades Inteligentes
Las ciudades inteligentes y los proyectos de ciudades inteligentes han sido una de las implementaciones más debatidas, que se realizan principalmente a través de un enfoque integrado y con propósito del Internet de las Cosas, los datos y la conectividad, utilizando una combinación de soluciones y otras tecnologías.
Se prevé un aumento drástico en los proyectos de ciudades inteligentes, que acompañarán la transición de proyectos temporales a las primeras ciudades verdaderamente inteligentes. De hecho, este crecimiento comenzó hace algunos años y se aceleró en 2016. Entre otras cosas, resulta evidente que los proyectos de ciudades inteligentes constituyen una de las áreas líderes en la aplicación práctica del IoT.
Según el análisis de un informe publicado por IoT Analytics, una empresa alemana especializada en análisis de IoT, los proyectos de ciudades inteligentes constituyen el segundo sector más importante de IoT a nivel mundial, después de la industria de internet. Dentro de estos proyectos, la aplicación más popular es el transporte inteligente, seguida de los servicios públicos inteligentes.
Para convertirse en una ciudad inteligente «de verdad», las ciudades necesitan un enfoque integrado que conecte proyectos y unifique la mayoría de los datos y plataformas para aprovechar al máximo sus beneficios. Entre otras cosas, las tecnologías y plataformas de datos abiertos serán clave para avanzar a la siguiente etapa.
IDC afirma que las plataformas de datos abiertos representan en 2018 la próxima frontera en el debate sobre cómo convertirse en una plataforma IoT. Si bien esto encontrará algunos obstáculos y no se menciona específicamente a las ciudades inteligentes, es evidente que el desarrollo de dichas plataformas de datos abiertos tendrá un papel destacado en este ámbito.
Esta evolución de los datos abiertos se menciona en IDC FutureScape: 2017 Global IoT Forecast, donde la firma afirma que hasta el 40% de los gobiernos locales y regionales utilizarán IoT para convertir infraestructuras como alumbrado público, carreteras y semáforos en activos, en lugar de pasivos, para 2019.
¿Cuáles son los escenarios de aplicación de las ciudades inteligentes?
Quizás no pensemos de inmediato en proyectos ambientales inteligentes ni en sistemas inteligentes de alerta de inundaciones, pero es innegable que son cruciales en los proyectos de ciudades inteligentes. Por ejemplo, cuando se aborda el problema de la contaminación ambiental urbana, esta es una de las razones principales para construir ciudades inteligentes, ya que pueden brindar beneficios inmediatos y útiles a los ciudadanos.
Por supuesto, entre los ejemplos más conocidos de ciudades inteligentes se incluyen el estacionamiento inteligente, la gestión inteligente del tráfico, el alumbrado público inteligente y la gestión inteligente de residuos. Dicho esto, estos casos también suelen combinar eficiencia, solución de problemas urbanos, reducción de costes, mejora de la calidad de vida en las zonas urbanas y la prioridad de los ciudadanos por diversas razones.
A continuación se presentan algunos escenarios o áreas de aplicación relacionados con las ciudades inteligentes.
Servicios públicos, tales como servicios cívicos, servicios turísticos, transporte público, identidad y gestión, y servicios de información.
Seguridad pública, en áreas como iluminación inteligente, monitoreo ambiental, seguimiento de activos, vigilancia policial, videovigilancia y respuesta a emergencias.
Sostenibilidad, incluyendo monitoreo ambiental, gestión inteligente de residuos y reciclaje, energía inteligente, medición inteligente, agua inteligente, etc.
Infraestructuras, incluyendo infraestructuras inteligentes, monitorización de la salud estructural de edificios y monumentos, edificios inteligentes, riego inteligente, etc.
Transporte: carreteras inteligentes, vehículos compartidos conectados, aparcamiento inteligente, gestión inteligente del tráfico, control del ruido y la contaminación, etc.
Mayor integración de las funciones y servicios de las ciudades inteligentes en áreas como la sanidad inteligente, la educación inteligente, la gobernanza inteligente, la planificación inteligente y los datos inteligentes/abiertos, que son factores clave para el desarrollo de las ciudades inteligentes.
Más que una simple ciudad inteligente basada en la “tecnología”
A medida que avanzamos hacia ciudades verdaderamente inteligentes, las opciones en materia de conectividad, intercambio de datos, plataformas IoT y demás seguirán evolucionando.
Especialmente para muchos casos de uso, como la gestión inteligente de residuos o el aparcamiento inteligente, la infraestructura tecnológica de IoT para las aplicaciones de ciudades inteligentes actuales es relativamente sencilla y económica. Los entornos urbanos suelen contar con buena cobertura inalámbrica para los componentes móviles, existen servicios en la nube, soluciones puntuales y productos diseñados para proyectos de ciudades inteligentes, y conexiones de red de área amplia de baja potencia (LPWAN) en numerosas ciudades del mundo, suficientes para muchas aplicaciones.
Si bien existe un aspecto técnico importante, las ciudades inteligentes abarcan mucho más. Incluso podríamos debatir qué significa "inteligente". Sin duda, en la increíblemente compleja y abarcadora realidad de las ciudades inteligentes, se trata de satisfacer las necesidades de los ciudadanos y resolver los desafíos que enfrentan las personas, la sociedad y las comunidades urbanas.
En otras palabras: las ciudades con proyectos de ciudad inteligente exitosos no son meras demostraciones de tecnología, sino más bien logros alcanzados gracias a una visión integral del entorno construido y las necesidades humanas (incluidas las espirituales). En la práctica, por supuesto, cada país y cultura es diferente, aunque las necesidades básicas son bastante comunes e implican objetivos más operativos y empresariales.
La conectividad y los datos, habilitados por diversas tecnologías y transformados en la inteligencia que sustenta la toma de decisiones, son la base de todo lo que hoy se considera inteligente, ya sean edificios, redes o ciudades inteligentes. Por supuesto, esto no significa que la conectividad se limite al Internet de las Cosas; las comunidades y los ciudadanos conectados son igualmente importantes.
Dados los numerosos desafíos globales, como el envejecimiento de la población y los problemas climáticos, así como las “lecciones aprendidas” de la pandemia, está claro que es más importante que nunca reconsiderar el propósito de las ciudades, especialmente porque la dimensión social y la calidad de vida siempre serán fundamentales.
Un estudio de Accenture sobre servicios públicos orientados al ciudadano, que analizó el uso de nuevas tecnologías, incluido el Internet de las Cosas, reveló que mejorar la satisfacción ciudadana era, sin duda, la principal prioridad. Como muestra la infografía del estudio, la mejora de la satisfacción de los empleados también obtuvo un alto porcentaje (80%) y, en la mayoría de los casos, la implementación de nuevas tecnologías conectadas ha generado resultados tangibles.
¿Cuáles son los retos para lograr una ciudad verdaderamente inteligente?
Aunque los proyectos de ciudades inteligentes han madurado y se están poniendo en marcha otros nuevos, pasarán varios años antes de que podamos llamar verdaderamente a una ciudad una “ciudad inteligente”.
Las ciudades inteligentes actuales son más una visión que una estrategia integral. Imaginemos que se requiere mucho trabajo en cuanto a actividades, recursos e infraestructura para lograr una ciudad verdaderamente inteligente, y que este trabajo puede traducirse en una versión inteligente. Sin embargo, alcanzar una ciudad verdaderamente inteligente es muy complejo debido a los diversos aspectos que implica.
En una ciudad inteligente, todas estas áreas están conectadas, y esto no es algo que se pueda lograr de la noche a la mañana. Hay muchos problemas heredados, como algunas operaciones y regulaciones, se necesitan nuevas habilidades, se deben establecer muchas conexiones y hay que realizar una gran coordinación en todos los niveles (administración de la ciudad, servicios públicos, servicios de transporte, seguridad, infraestructura pública, agencias gubernamentales locales y contratistas, servicios educativos, etc.).
Además, desde una perspectiva tecnológica y estratégica, es evidente que también debemos centrarnos en la seguridad, el big data, la movilidad, la nube y diversas tecnologías de conectividad, así como en temas relacionados con la información. Resulta claro que la información, junto con su gestión y las funciones de datos, son fundamentales para la ciudad inteligente de hoy y del futuro.
Otro desafío ineludible es la actitud y la voluntad de la ciudadanía. La financiación de proyectos de ciudades inteligentes constituye uno de los principales obstáculos. En este sentido, resulta positivo observar iniciativas gubernamentales, tanto nacionales como supranacionales, específicas para ciudades inteligentes o ecología, o impulsadas por actores del sector, como el Programa de Aceleración de Financiación de Infraestructuras Urbanas de Cisco.
Sin embargo, es evidente que esta complejidad no detiene el crecimiento de las ciudades inteligentes ni de los proyectos urbanísticos inteligentes. A medida que las ciudades comparten sus experiencias y desarrollan proyectos inteligentes con beneficios claros, tienen la oportunidad de ampliar su experiencia y aprender de los posibles fracasos. Con una hoja de ruta que incluya a diversos actores, se ampliarán considerablemente las posibilidades de los proyectos urbanísticos inteligentes actuales, en una etapa más integrada.
Adopte una perspectiva más amplia de las ciudades inteligentes
Si bien las ciudades inteligentes se asocian inevitablemente con la tecnología, la visión de una ciudad inteligente va mucho más allá. Uno de los elementos esenciales de una ciudad inteligente es el uso de tecnología apropiada para mejorar la calidad de vida general de sus habitantes.
A medida que crece la población mundial, surge la necesidad de construir nuevas ciudades y las áreas urbanas existentes continúan expandiéndose. Si se utiliza correctamente, la tecnología es fundamental para afrontar estos retos y contribuir a la solución de los numerosos desafíos que enfrentan las ciudades actuales. Sin embargo, para crear un mundo de ciudades inteligentes, se requiere una perspectiva más amplia.
La mayoría de los profesionales adoptan una visión más amplia de las ciudades inteligentes, tanto en términos de objetivos como de tecnología, y otros considerarían cualquier aplicación móvil desarrollada por cualquier sector como una aplicación de ciudad inteligente.
1. Una perspectiva humana más allá de la tecnología inteligente: hacer de las ciudades mejores lugares para vivir
Por muy inteligentes que sean nuestras tecnologías y por muy fáciles que resulten de usar, debemos abordar algunos elementos básicos: los seres humanos, principalmente desde cinco perspectivas, que incluyen la seguridad y la confianza, la inclusión y la participación, la voluntad de cambio, la voluntad de actuar, la cohesión social, etc.
Jerry Hultin, presidente de Global Future Group, presidente del Consejo Asesor del Congreso Mundial de la Smart City Expo y experto en ciudades inteligentes, afirmó: “Podemos hacer muchas cosas, pero en última instancia, debemos empezar por nosotros mismos”.
La cohesión social es el tejido de la ciudad en la que la gente quiere vivir, amar, crecer, aprender y cuidar; el tejido del mundo de las ciudades inteligentes. Como ciudadanos, tienen la voluntad de participar, de cambiar y de actuar. Sin embargo, en muchas ciudades no se sienten incluidos ni se les pide que participen, y esto se observa especialmente entre ciertos grupos poblacionales y en países donde se prioriza la tecnología de las ciudades inteligentes para mejorar la administración pública, pero se presta menos atención a los derechos humanos básicos y a la participación ciudadana.
Además, la tecnología puede ayudar a mejorar la seguridad, pero ¿qué pasa con la confianza? Tras ataques, disturbios políticos, desastres naturales, escándalos políticos o incluso la incertidumbre propia de tiempos de cambio drástico en múltiples ciudades del mundo, hay pocas esperanzas de que la confianza de la gente disminuya significativamente con las mejoras en las ciudades inteligentes.
Por eso es importante reconocer la individualidad de cada ciudad y país; es importante tener en cuenta a cada ciudadano; y es importante estudiar la dinámica dentro de las comunidades, las ciudades y los grupos de ciudadanos, así como sus interacciones con el creciente ecosistema y las tecnologías conectadas en las ciudades inteligentes.
2. Definición y visión de ciudad inteligente desde la perspectiva del movimiento
El concepto, la visión, la definición y la realidad de una ciudad inteligente están en constante evolución.
En muchos sentidos, es positivo que la definición de ciudad inteligente no sea fija. Una ciudad, y más aún un área urbana, es un organismo y un ecosistema con vida propia, compuesto por numerosos elementos dinámicos, vivos e interconectados, principalmente ciudadanos, trabajadores, visitantes, estudiantes, etc.
Una definición universalmente válida de “ciudad inteligente” ignoraría la naturaleza altamente dinámica, cambiante y diversa de una ciudad.
Reducir las ciudades inteligentes a meras tecnologías que logran resultados mediante el uso de dispositivos conectados, sistemas, redes de información y, en última instancia, información obtenida a partir de inteligencia basada en datos conectados y prácticos, es una forma de definir una ciudad inteligente. Sin embargo, esta definición ignora las diversas prioridades de ciudades y naciones, pasa por alto los aspectos culturales y sitúa la tecnología en el centro de una variedad de objetivos.
Pero incluso al limitarnos al ámbito tecnológico, es fácil perder de vista que la tecnología también está en constante y acelerada evolución, con nuevas posibilidades que surgen, al igual que nuevos desafíos a nivel de ciudades y comunidades en su conjunto. No solo surgen las tecnologías, sino también las percepciones y actitudes que las personas tienen hacia ellas, tanto a nivel de ciudades y comunidades como de naciones en su conjunto.
Porque algunas tecnologías permiten mejorar la gestión de las ciudades, la atención a la ciudadanía y la preparación para los desafíos actuales y futuros. Para otras, la forma en que la ciudadanía participa y la gestión urbana adquieren una importancia al menos igual de relevante a nivel tecnológico.
Así pues, incluso si nos atenemos a la definición básica de ciudad inteligente en sus raíces tecnológicas, no hay razón para que esto no pueda cambiar, y de hecho cambiará a medida que evolucionen las perspectivas sobre el papel y el lugar de la tecnología.
Además, las ciudades y las sociedades, y las visiones de las ciudades, no solo varían de región en región, de lugar en lugar, e incluso entre diferentes grupos demográficos dentro de una ciudad, sino que también evolucionan con el tiempo.
Fecha de publicación: 8 de febrero de 2023


